El vicepresidente Jorge Glas sigue gritando que es honesto. Lo hace en la
Asamblea Nacional, en cadena de TV de su propia vicepresidencia, giras
oficiales y declaraciones ante la prensa que terminan cuando le hacen alguna
pregunta incómoda.
Debe ser difícil ser Jorge Glas. Poner su nombre en Google y que aparezcan
cientos de miles de links vinculándolo a la corrupción. Leer diarios y aparecer
en grandes titulares. O escuchar la radio, ver los noticieros de televisión que
comienzan revelando datos, recordando sus gestiones, y todas sobre corrupción.
“La justicia no es un circo ni un show”, dice enojado. Pero el protagonista siempre
es él que descalifica a los denunciantes y críticos y hasta a las mujeres de “histéricas”.
Dice que la lucha contra la corrupción empezó en 2007. A mí, lo que más me
desagrada es la mentira. Creo que otra vez se confundió. ¿No habrá querido
decir que la corrupción, de la que se le acusa, empezó en 2007?
Su situación me hace recordar el maravilloso clásico escrito por Robert Louis
Stevenson (1850-1894), “El extraordinario caso del Dr Jekyll y Mr. Hyde”. Claro
que éste es una fascinante ficción, y la
de Glas, una implacable realidad. En especial la confesión final del
atormentado protagonista:
A menos, pues, de un milagro es esta la
última vez que Henry Jekyll podrá pensar con sus propios pensamientos y ver en
el espejo su propio rostro (¡qué tristemente cambiado!)…
¿Morirá Hyde en el cadalso? ¿O encontrará en sí mismo el valor suficiente para
liberarse de sí mismo en el último instante?...
*Hide. Esconder, en inglés.