Las cadenas nacionales se repiten una y otra vez aumentando la preocupación del
encierro obligatorio de 17 millones de ecuatorianos.
Habla el presidente, su vice, la ministra de Gobierno, la de Salud, el de Telecomunicaciones, la Secretaria de Riegos, Norman Wray, Generales, Comandantes, y la lista sigue… sin mencionar el desfile de expertos y comunicados oficiales.
Habla el presidente, su vice, la ministra de Gobierno, la de Salud, el de Telecomunicaciones, la Secretaria de Riegos, Norman Wray, Generales, Comandantes, y la lista sigue… sin mencionar el desfile de expertos y comunicados oficiales.
Un jerarca suma un caso, otro denuncia una irregularidad, mientras el siguiente
critica o descalifica a un Alcalde u otro burócrata.
El afán por aparecer un momento en la tele, para anunciar cualquier cosa, no tiene precedente. Y llega al extremo de que una política preparada y con trayectoria prohíbe que aterricen en Guayaquil dos grandes aviones, de KLM e Iberia, obstaculizando la pista con vehículos de su Alcaldía, sin considerar la tragedia que pudo haber causado. Porque esos monstruos de acero no pueden reportar combustible en el aire.
Lo curioso es que estando supercomunicados, cuando mi esposa e hijo quedaron varados en Galápagos a pocas horas del cierre del país, recurrí a todos los jerarcas posibles; escribí al presidente Lenín, su vice, la ministra de Gobierno que anunció dar respuesta a todas las consultas, a la Secretaría de Comunicación y a varios colegas.
Se ve que la comunicación no parece prioritaria; hace tres días que lo hice. La única e importante respuesta vino del colega, Andrés Carrión, quien confirmando su compromiso y profesionalismo, entrevistó a mi esposa horas más tarde y compartió el drama de unos 2.000 personas en Galápagos.
Si no están preparados para un drama de esta naturaleza, ¿por qué no ven como hacen en otros países?
¿Si el Comité de Operaciones de Emergencia es la última palabra, por qué hay tantos protagonistas y para decir cualquier cosa?
Les confieso, si contrajera el Coronavirus, la verdad no quisiera estar en manos de los burócratas mencionados.
El afán por aparecer un momento en la tele, para anunciar cualquier cosa, no tiene precedente. Y llega al extremo de que una política preparada y con trayectoria prohíbe que aterricen en Guayaquil dos grandes aviones, de KLM e Iberia, obstaculizando la pista con vehículos de su Alcaldía, sin considerar la tragedia que pudo haber causado. Porque esos monstruos de acero no pueden reportar combustible en el aire.
Lo curioso es que estando supercomunicados, cuando mi esposa e hijo quedaron varados en Galápagos a pocas horas del cierre del país, recurrí a todos los jerarcas posibles; escribí al presidente Lenín, su vice, la ministra de Gobierno que anunció dar respuesta a todas las consultas, a la Secretaría de Comunicación y a varios colegas.
Se ve que la comunicación no parece prioritaria; hace tres días que lo hice. La única e importante respuesta vino del colega, Andrés Carrión, quien confirmando su compromiso y profesionalismo, entrevistó a mi esposa horas más tarde y compartió el drama de unos 2.000 personas en Galápagos.
Si no están preparados para un drama de esta naturaleza, ¿por qué no ven como hacen en otros países?
¿Si el Comité de Operaciones de Emergencia es la última palabra, por qué hay tantos protagonistas y para decir cualquier cosa?
Les confieso, si contrajera el Coronavirus, la verdad no quisiera estar en manos de los burócratas mencionados.