ALGUIEN LO TIENE QUE DECIR


OPINIÓN AJENA

Viste, el negocio es ser asambleísta (…), ese man ha comido hasta ahora, entre los tres hospitales, como USD 2 millones.
Uno de los mensajes en el teléfono de José Alfredo Santos (alias Chofer), uno de los hombres cercanos al exasambleísta preso Daniel Mendoza, en la trama de corrupción de la adjudicación de obras en Manabí.
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CON 'LOS CINCO SENTIDOS DEL PERIODISTA', según Ryszard Kapuściński (1932-2007).

Las peripecias de Dublineses y un detective tras sus pasos

-Tomé un café con una amiga lectora y me encargó una nueva misión, me dijo el Detective de libros.
Sin pretender conocer el nombre de su amiga, le pregunte: ¿Cuál es el pedido?
-Encontrar, vivo o… perdón, aclaró, nuevo o usado un libro de James Joyce.
Uff… qué buen autor, reconocí. El escritor irlandés es muy conocido por su famoso Ulyses, que creo todos mencionan pero pocos han leído.
-Sí lo sé, explicó el detective con suficiencia. –Pero lo que me pidieron encontrar es Dublineses. He hecho las primeras investigaciones, continuó. Fue publicado en 1914 luego de varias negativas, ya que fue escrito unos diez años antes…
-Yo lo leí, le interrumpí. Son quince relatos que reflejan sutil y burlonamente las clases media y baja de Irlanda, en el Dublín de comienzos del siglo XX.
Se escribieron cuando el nacionalismo irlandés estaba en su apogeo y dominaba en Irlanda la búsqueda de una identidad nacional, que se concretaría en la declaración de independencia de julio de 1921. El país estaba sacudido por varias ideologías, y estos relatos son una visión de los conflictos que causaron tanta tensión en la vida diaria del autor y su gente.
-Algo más que me ayude sobre el libro, me dijo el Detective con suficiencia.
-Yo soy un lector, y usted es el que sabe investigar, aclaré. Pero si le sirve otro dato, leí que el manuscrito de Dublineses lo tenía el editor londinense, Grant Richards, en 1906, quien puso  objeciones de tipo moral a Joyce, objeciones hasta de los propios linotipistas, algo común en la época, al no querer comprometerse con lo que imprimían. En 1909 Joyce encontró nuevos editores, pero las objeciones siguieron. En 1912 llegó a componerse e imprimirse, pero luego el editor se opuso y se destruyeron todos los pliegos impresos.  Y lo último, agregué, y lamentable pero una fortuna para la literatura mundial. La tremenda indignación llevó a Joyce a escribir su famoso e incendiario poema El gas del quemador, (1912) o Gases de un quemador. Luego abandonó Dublín y nunca más volvería a su patria.

Damas y caballeros, estáis aquí reunidos
para escuchar por qué cielo y tierra temblaron
con motivo de las negras y siniestras artes
de un escritor irlandés que vive en el extranjero.
Me envió un libro hace diez años;
lo leí cien veces o más,
de delante atrás, de arriba abajo,
de uno a otro extremo de un telescopio.
Lo imprimí hasta la última palabra
pero por la misericordia del Señor
la oscuridad de mi mente se disipó
y vi la intención malévola del escritor.

Un mapa que preocupa

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