"No fue mi culpa. No tenía una pistola. Soy inocente"...

¿Y si fue inocente?

dijo Troy Davis antes de morir por una inyección letal, al ser condenado por el asesinato de un policía en 1989. Fue ejecutado en Georgia, Estados Unidos. Hubo varios intentos para salvarle la vida y movilizaciones (Foto, Getty Images) de rechazo por las dudas sobre su culpabilidad. El caso fue presentado por su defensa como el prototipo del negro condenado injustamente por la muerte de un blanco, lo que ha reabierto el debate sobre la aplicación de la pena de muerte. Davis, de 42 años, fue condenado a muerte en 1991 por el asesinato Mark MacPhail en 1989. Es curioso, pero los fiscales, para culparlo del crimen, se basaron en un informe de balística, que sostiene que había similitudes entre los casquillos de bala hallados en el lugar del homicidio y los encontrados en un tiroteo ocurrido más temprano, como para demostrar que serían de la misma pistola.
El arma homicida no se ha encontrado.