Qué pena me da ver al país así. Pero más pena debería darle
a los causantes y protagonistas. La pulseada entre opositores y oficialistas en la Tribuna de los Shyris, es lo
más representantivo del permanente esfuerzo del presidente Correa, quien como
otrora Moisés, dividió el Mar Rojo. Claro que el acontecimiento bíblico fue por
razones más nobles.
Las protestas han sido en Quito, Guayaquil, Cuenca, Ibarra, Latacunga, Loja,
Ambato, Esmeraldas y Machala, entre otros lugares del país. Y siguen...
Una asambleísta de Alianza país, decía “ellos son los
violentos”, pero mientras hablaba las botellas iban y venían por el aire de un bando a
otro.
“La gente está enojada, molesta y cansada con la prepotencia”,
dijo el ex candidato presidencial Juan Carlos Solines. Y lo más grave, advirtió
que “esto recién empieza”, mientras otros retuitearon “lo que está pasando no
es nada comparado con lo que viene”.
Una mujer en su pancarta decía: “El pueblo
desunido por culpa de un bandido”.
Es curioso, pero entre tantos logros y desaciertos del presidente Correa, la ley de
Herencia, que es la que menos afecta a los ecuatorianos, parece la gota que desborda el vaso. Frente a eso, los manifestantes coreaban: Nosotros trabajamos. Nosotros no
heredamos.
El asambleísta Andrés Paez, quien en un video denunció deviersos errores del
gobierno, convocó a una “silbatina general”, que se hizo escuchar anoche.
La cuerda se está tensando, en especial por el grito insistente de “Fuera
Correa fuera”. Y entre las diversas pancartas, las que lucían con pulgares para abajo, vaticinan un futuro complicado para el gobierno de Correa, quien por algún
medio debe escuchar los ecos de sus detractores en Europa o en su avión
presidencial.
Ante cualquier suspicacia, recuerdo que en 2007 cuando ganó Correa, me preguntaron desde un medio extranjero ¿cuál es el desafío mayor para el presidente? Y respondí, sin dudar: -Terminar su mandato. Y tras su reelección, lo sostengo. Pero en política hay mensajes que deben saber leerse. Y además, 'la humildad es la virtud de los grandes', decían los griegos.