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El hombre 'oficialmente' feliz. |
Por
Felipe Burbano de Lara, El Universo.
Me parece inaceptable que un secretario de Estado, con rango de ministro, tenga como responsabilidad pasearse por el país predicando la felicidad del buen vivir. Solo eso le faltaba al Ecuador de la revolución ciudadana: tener una secretaría desde donde se consagra la versión oficial de la felicidad y se difunda urbi et orbi. Que el señor Ehlers tenga su visión de lo que significa ser feliz, que esté convencido de haber alcanzado una plenitud espiritual, me parece legítimo y encomiable desde el punto de vista personal, pero nada más allá de eso.
Desde una perspectiva política, resulta cuestionable que el Estado –es decir, todos nosotros– financie sus sermones sobre la felicidad. Nadie eligió al señor Correa para que nos devuelva la felicidad a los ecuatorianos. El Estado no solo financia el sueldo de Ehlers para que nos diga en qué consiste la felicidad, sino de 40 funcionarios de la secretaría que acompañan el trabajo del predicador...