ALGUIEN LO TIENE QUE DECIR


OPINIÓN AJENA

Viste, el negocio es ser asambleísta (…), ese man ha comido hasta ahora, entre los tres hospitales, como USD 2 millones.
Uno de los mensajes en el teléfono de José Alfredo Santos (alias Chofer), uno de los hombres cercanos al exasambleísta preso Daniel Mendoza, en la trama de corrupción de la adjudicación de obras en Manabí.
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CON 'LOS CINCO SENTIDOS DEL PERIODISTA', según Ryszard Kapuściński (1932-2007).

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Lluvia de sangre sobre Madrid

Por Inés María Schwalbe desde España. Miércoles 20 de julio, 2016.
Anoche cayó sobre Madrid una lluvia de sangre. Palabras alarmantes que pretenden definir la lenta caída de barro rojo que no es más que arena del Sáhara arrastrada por el viento que, según me cuentan, ha llegado a calentar hasta las frías tierras inglesas.
La arena del Sáhara cobijó mi sueño y al escribirlo ahora despierta, siento la emoción de mis ojos que vieron por la ventana los capós de los autos cubiertos de partículas viajeras venidas a mi encuentro por primera vez.
Recuerdo la época en que las calles de Quito amanecían cubiertas de la ceniza de los volcanes con los que convivía y agradezco a la vida por tanta vivencia benévola.
Este es mi primer verano en Madrid y el calor que mi mente imaginó insoportable se ha convertido en una experiencia a la que me he entregado feliz con la ayuda de abanicos y ventiladores y con el juego constante del abrir y cerrar celosías buscando el frescor en la penumbra.

Kilometraje libre: la calidez de la gente en el invierno de Madrid

Inés y Plutarco en Puerta del Sol.
Por Inés María Schwalbe. Estoy ya una semana en esta ciudad y me siento enormemente bendecida por estar en ella. Recorro una calle y me encuentro con una tienda suspendida en el tiempo, una en la que se imprimen y encuadernan libros de manera artesanal. Una en la que trabajan gente vieja, gente que en el mercado laboral de este mundo competitivo es desechada. Entro, les saludo emocionada y les felicito. Me regalan una galleta y me siento feliz de saber que en esta ciudad se encuentran lugares en los que se siguen haciendo cosas a la antigua, con cuidado, sin prisas, usando las manos que acarician con cariño mientras crean.
Me subo al metro y veo a gente leyendo a Pessoa, a Dickens, a Dawkins. Entro en una iglesia y veo los contornos de los cuerpos de hombres y mujeres rezando, la misma contextura y estatura de los que llenaban las iglesias de mis recuerdos. Rezo con ellos y siento a mi madre en el pecho. Salgo a las calles atestadas de gente de toda edad que pasea mirando las luces de Navidad y los pesebres que han construido en las vitrinas. Gente que pasea, gente que no compra; los delata la ausencia de fundas en sus manos. Todo me sabe a fiesta, a familia y a tradición.


Un mapa que preocupa

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