Sr. Presidente electo del Ecuador.
Estimado Daniel, te tuteo, pero con respeto. Tenés la edad de mis hijas. Sos
joven, millonario, exitoso y apuesto. Varios medios uruguayos me han preguntado
como sos. No te conozco personalmente, aunque haya seguido tu astronómico
ascenso político. He dicho que te veo muy capaz, con mucho temple, tranquilo, y
con ideas muy claras.
En mis 17 años en Ecuador, han pasado tres presidentes. Correa, Lenin y Lasso.
Dos políticos y un banquero. De los políticos ya sabemos sus resultados. Muchos
confiamos en Lasso, por su historial de éxito profesional. Nos volvimos a
desencantar y en menos tiempo.
Siempre he pensado que un país debe funcionar como una gran empresa. Trabajé en
una multinacional con 1.500 operarios y conocí la BBC de Londres con varios
miles de personas más, y de muchos países.
El éxito se logra con eficiencia, calidad, crecimiento y honestidad. Lamentablemente,
no ha sido el caso en el país hasta hoy. Como venís del sector empresarial,
donde el que no trabaja no cobra o se va, el robo, la coima y otros delitos son
sancionados, espero y confío, que puedas volcar tu formación y experiencia
profesional en el presente de este hermoso y castigado país.
Recuerdo que dijiste que “las coaliciones me suenan a amarre”. Y “no estoy a
favor de la trinca”. “La alianza más importante es con el pueblo”. ¡Y lo
lograste! Eso fue excelente Daniel. Pero claro, en algunos casos urgentes y excepcionales,
vas a tener que negociar. Espero que ese “negociar”, sea en la acepción
comercial que conoces, y no el significado que le han dado los políticos
anteriores.
Claro que estás muy bien asesorado. Pero, si estuviera en tu
lugar, intentaría formar un gobierno de integración nacional. Buscando los
mejores profesionales, más allá de las amistades, con gente honesta y ganas de
trabajar. La política y la función pública está tan desprestigiada, que ojalá
en el corto y gran reto de 18 meses al timón de este maravilloso país, puedas
marcar diferencias con un pasado funesto y vergonzoso, haciendo posible
recuperar la esperanza de los castigados ecuatorianos, en especial, de algunos
millones de los jóvenes, que en su comprensible desazón, volvieron a soñar con
que un país mejor es posible, si al frente está una buena persona.
Mucha suerte y éxitos, ya que, en ello, va la esperanza de 18 millones de
ecuatorianos.
Cordialmente.
Hugo Carro.