Yo existo, tu existes, el existe, ¿nosotros existimos?...

Tuve que hacer una declaración juramentada. Fui a la Notaría 17ª en Quito. El burócrata que me atendió escribió los términos de mi carta en ese lenguaje tan inhumano. En vez de poner 22/3/2011, empezó: Hoy día MARTES VEINTIDOS DE MARZO DE DOS MIL ONCE… La primera versión, estaba equivocada; puso marzo dos veces y “rto” en vez otro. Por suerte no puso la “o” primero, si no hubiera quedado... ¡Ups! Pero qué casualidad, ¿no?
Tras la carta correcta y con membrete, pasé al joven de la fotocopia, quien me cobró 0.40 por reproducir la declaración y mi pasaporte. A continuación, con el notario Remigio Poveda para que compruebe que yo existo y lo que digo es cierto. Luego, más copias, y a facturación.
Resumiendo, de 15 dólares originales por honorarios, terminó en 21.35, más copias extra. Descripción: Declaración 15, gastos generales 1.07 y autenticaciones 3. Todo, más carpeta y factura con tres copias.

Alguien dijo que si el planeta se acabara por un cataclismo universal, sobrevivirá un burócrata para firmar un comprobante de que eso es cierto.