
Anoche -jueves 19- fui a la conferencia del periodista español Ignacio Ramonet en
Ciespal en Quito.
La verdad, me fui cuando terminó, antes de la ronda de preguntas e
insatisfecho.
He leído algunos de sus libros, como
Fidel
Castro: biografía a dos voces o
Cien
horas con Fidel (2006) y
La explosión
del periodismo (2011), como también muchos de sus artículos en
Le Monde Diplomatique, en español, medio
que dirige.
Como ha hecho algunos planteos inteligentes sobre la comunicación decidí ir a
escucharlo, en especial, porque el título de la conferencia era Democracia y medios de comunicación.
Confieso que no me interesa si viaja en clase ejecutiva de Nueva York a París, por
Europa o si venía de un exitoso foro en Buenos Aires, como contó. Lo qué si me
interesaba es alguna idea nueva, oportuna u original, sobre el atractivo y
actual tema convocante. Por el contrario, nos actualizó con varias estadísticas
sobre el aumento de consumo de productos de TV en computadoras, tabletas y
teléfonos inteligentes. Lo que no está mal, pero seguro la mayoría de los
presentes sabemos.
La verdad, y con toda humildad, con la lluvia y el frío no valió la pena. Si
hubiera sabido que lo transmitían por internet, no habría ido. Aunque si lo hubiera visto en la computadora también habría quedado insatisfecho.
Ramonet, doctor en Semiología e Historia de la Cultura, como tantos, hemos criticado
el mal ejercicio del periodismo, como por ejemplo, titular mal. Pero también es cierto que en
este caso, el título de la conferencia, Democracia
y medios de comunicación, no tuvo relación con lo expuesto.
Sobre el final de su charla dijo que los medios públicos tienen el deber de; “transmitir
conocimiento, educar valores, iniciar en el arte y la cultura y formar personas
críticas”. ¡Muy bien! Y totalmente de acuerdo.
Recogieron decenas de preguntas de los presentes. Yo escribí la mía ¿cree
que TeleSUR o medios ‘públicos’ en Ecuador cumplen con esos deberes? Pero, al retirarme no la entregué. Igual no creo que siguieran hasta la
madrugada respondiendo preguntas, cuando otros colegas coincidieron con mi
insatisfacción.