La joven subió al bus en Quito, Ecuador, se paró junto al guarda y en pocos segundos resumió el
drama de su país:
“Con mi hermano llegamos hace un mes a Ecuador. En Venezuela no hay alimentos ni medicinas. Y nadie está seguro. En los hospitales hay que comprar las medicinas y hasta las batas! y te quitan la vida por nada. Es muy triste la situación que vive mi país. Por esto estamos aquí, separados de la familia y buscando trabajo para pagar la visa”. Vendían chocolates Samba, sin precio fijo. A voluntad.
“Con mi hermano llegamos hace un mes a Ecuador. En Venezuela no hay alimentos ni medicinas. Y nadie está seguro. En los hospitales hay que comprar las medicinas y hasta las batas! y te quitan la vida por nada. Es muy triste la situación que vive mi país. Por esto estamos aquí, separados de la familia y buscando trabajo para pagar la visa”. Vendían chocolates Samba, sin precio fijo. A voluntad.
Otro día, suben dos profesores muestran sus títulos y venden otro chocolate, mientras otro joven al que he visto varias veces en la misma línea vende tortas a 1 dólar. Este viernes subió un matrimonio al Camal en la Av. Amazonas rumbo al Sur. Él profesor de Educación Física, y ella de Geografía, según los diplomas que mostraron. Vendían otro chocolate, Splash de Grissly. Minutos después, al mismo bus, en otra parada, sube otro matrimonio venezolano y la misma historia y los mismos chocolates.