Según el Génesis (del hebreo, en el principio), “el hombre fue creado a imagen
y semejanza de Dios”. Si Miguel es un caso, su talento ha creado una visión
única de Quito, Ecuador, los Andes, sus paisajes y la vida. Ecuador tiene un
talento artístico, tan grande como poco conocido es en el mundo. Claro hay excepciones;
Miguel Betancourt, es uno de los casos, quien
de joven se ha destacado a nivel nacional e internacional.
Es con él que en Paseo Pintado iniciamos hoy nuestra muestra “virtual” para conocer su vida y sus obras.
Miguel, luce serio y reservado, pero al abrirse en una conversación es como la diversidad de su paleta, de donde escapan colores, formas y texturas. Por ello y mucho más, sus creaciones integran colecciones en Naciones Unidas de Viena y Ginebra, en el Istituto Italo-Latino Americano, de Roma, Italia, en el Museo de Arte de las Américas de la OEA, en Washington D.C., en Slade School of Fine Art, de Londres y en manos privadas que atesoran sus cuadros con los tesoros que son.
Nació en Quito, Ecuador, en 1958. A los 16 años ingresó al mundo del arte con Oswaldo Moreno. Y a partir de allí no para de crear, pintar, experimentar y exponer por el mundo. El artista seducido por el color diverso del amanecer y el lumínico mediodía, se confiesa cautivado por “los atardeceres que dejan un hálito de tristeza por el tiempo ido”. Su última muestra “Transparencias del país de la mitad”, fue en México y antes inundó la Cumbre Mundial sobre Migración y Desarrollo, de Quito donde más de mil líderes mundiales y asistentes de un centenar de países pudieron disfrutar de su talento en el hall principal del Centro de Convenciones de Quito, con “Travesía desde las sombras al color del paraíso”, con 17 obras colgadas y tres ensambles. Todas creadas en papel especial, en su mayoría durante el 2019.
Es con él que en Paseo Pintado iniciamos hoy nuestra muestra “virtual” para conocer su vida y sus obras.
Miguel, luce serio y reservado, pero al abrirse en una conversación es como la diversidad de su paleta, de donde escapan colores, formas y texturas. Por ello y mucho más, sus creaciones integran colecciones en Naciones Unidas de Viena y Ginebra, en el Istituto Italo-Latino Americano, de Roma, Italia, en el Museo de Arte de las Américas de la OEA, en Washington D.C., en Slade School of Fine Art, de Londres y en manos privadas que atesoran sus cuadros con los tesoros que son.
Nació en Quito, Ecuador, en 1958. A los 16 años ingresó al mundo del arte con Oswaldo Moreno. Y a partir de allí no para de crear, pintar, experimentar y exponer por el mundo. El artista seducido por el color diverso del amanecer y el lumínico mediodía, se confiesa cautivado por “los atardeceres que dejan un hálito de tristeza por el tiempo ido”. Su última muestra “Transparencias del país de la mitad”, fue en México y antes inundó la Cumbre Mundial sobre Migración y Desarrollo, de Quito donde más de mil líderes mundiales y asistentes de un centenar de países pudieron disfrutar de su talento en el hall principal del Centro de Convenciones de Quito, con “Travesía desde las sombras al color del paraíso”, con 17 obras colgadas y tres ensambles. Todas creadas en papel especial, en su mayoría durante el 2019.