Andrés (nombre protegido), tiene 17 años y anda penando desde el comienzo de clases con el programa de Alfabetización del gobierno. Estudia 5º curso en el colegio Thomás Alva Edison al norte de Quito. Además, de ir a clase de lunes a viernes, cada sábado se levanta más temprano. Y este sábado, lo acompañé en el bus y me lo contó: de La Florida va en un Camal Aeropuerto hasta la Universidad Católica en busca de su 4º alfabetizando en pocos meses. La señora, una empleada doméstica, vuelve con él al colegio. Andrés, como unos 50 jóvenes más, de ese colegio, pagan $1 a su alumno en viáticos, $2 para la comida de cada clase y $10 por mes al colegio por el "uso" de las instalaciones.
No son los únicos que pagan para alfabetizar, decenas de alumnos han denunciado el pago de entre $30 y $50 por analfabeto para poder "cumplir" con tal materia, ya que las autoridades califican al estudiante por hacer de profesor, lo que resulta un verdadero calvario para los jóvenes.
La verdad, aunque el anterior ministro de Educación Raúl Vallejo, negara tal situación muy alegremente, la flamante titular de esa cartera Erika Sylva, debería investigar estos graves hechos. Porque así, la campaña de alfabetización no la hace el gobierno sino los sacrificados estudiantes, sin duda, hijos de trabajadores y con recursos escasos, como para tener que hacer frente a tal 'mercado negro' de la alfabetización.
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