ALGUIEN LO TIENE QUE DECIR


OPINIÓN AJENA

Viste, el negocio es ser asambleísta (…), ese man ha comido hasta ahora, entre los tres hospitales, como USD 2 millones.
Uno de los mensajes en el teléfono de José Alfredo Santos (alias Chofer), uno de los hombres cercanos al exasambleísta preso Daniel Mendoza, en la trama de corrupción de la adjudicación de obras en Manabí.
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CON 'LOS CINCO SENTIDOS DEL PERIODISTA', según Ryszard Kapuściński (1932-2007).

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La CUPRE y el síndrome bipolar

Por Gustavo Abad.
Hace como un año anduvo por el Ecuador un estafador mexicano que se embolsó miles de dólares gracias a su habilidad para inventar ficciones al gusto de los funcionarios de la llamada revolución ciudadana. Durante varios meses, el tipo se paseó por los salones del oficialismo, con el membrete de “filósofo de izquierda”, que lo maquillaba de autoridad intelectual para plantear cosas que habrían hecho sonrojar a un admirador del franquismo. Dijo, entre otras sandeces, que en este país había que crear una “fiscalía de medios”, que las facultades de comunicación 
debían formar “soldaditos de la revolución” y que era urgente engordar el Código 
Penal con un nuevo delito: “periodismo delincuencial”. 
‘Soldaditos de la Revolución’.

Con esos filósofos de izquierda no hace falta la derecha. Después se supo que este personaje abandonó el país por la puerta trasera, incapaz de entregar los informes, los papers y otros productos por los que tan bien había facturado. Los funcionarios, que antes parecían levitar con las palabras del pretendido filósofo, guardaron luego un silencio tan parecido a la complicidad que solo un especialista podría reconocer la diferencia.
En un régimen donde faltan pensadores y sobran publicistas, las visitas de estos aventureros llegan a tener efectos demoledores para la libertad de pensamiento. Quizá por ello se pretenden hacer enmiendas constitucionales para incluir a la comunicación como un servicio público, en contra de toda una tradición de pensamiento social y humanista que la ha definido y ejercido como un derecho. Ahora resulta que esa cualidad humana -demasiado humana, diría Nietzsche- que nos sirve para reconocer nuestro lugar en el mundo, que nos ayuda a vivir, amar, soñar y crear, se reduce a un trámite de ventanilla como la luz y el teléfono. Vaya manera de entender lo público.
Hago estas reflexiones cuando termina en Guayaquil la II Cumbre de Periodismo Responsable (CUPRE) convocada por el oficialismo.

Un mapa que preocupa

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