Uruguayo a 3000 metros

Como supondrán, en cada corazón uruguayo que late en cualquier rincón del mundo hay un color celeste que acompaña con ritmo de candombe y lo alegra llenándolo de ilusión, en especial cada vez que juega la centenaria camiseta.
Desde la bella e histórica Quito, y con la generosidad y cariño de los ecuatorianos, este compatriota ha vibrado con cada presentación de la querida celeste. Ya sea en la cadena ECUAVISA, donde trabajo, o Parrillas Uruguayas, del ex seleccionado mundialista José Ma. Muñiz (el negro), como reducto quiteño, donde decenas de compatriotas hemos compartido bizcochos, mate y asado, al grito de “soy celeste…”
En Ecuador, aunque no hay cifras oficiales, somos unos 600 uruguayos, distribuidos especialmente en Quito, la capital y Guayaquil, la principal ciudad portuaria.
Claro que fue una emoción fuerte perder y como se perdió con Holanda, pero como dijo, seguramente un filósofo de boliche, “en el fútbol no hay lógica”. ¿Alguien pensaba que potencias y favoritos como Brasil, Argentina, Italia y Alemania, fueran avasallados y eliminados?
Ahora, en este mundial tan atípico por falta de ‘magia’ individual, donde además, Diego Forlan debería ser el mejor jugador, hasta un profeta acuático, como el pulpo Paúl en Alemania, ha cobrado protagonismo al ser más contundente de Messi o Ronaldo, pero en materia de pronósticos. Habrá que, al menos, estar pendiente de su vaticinio finalista.
Pero más allá de toda polémica, Uruguay-Alemania este sábado y luego España-Holanda, no serán más que otro partido de fútbol. Así que gane el mejor y que lo merezca.
Desde la altura quiteña y a la distancia, como canta el recordado Canario Luna;
“gloriosa celeste…” y un cariñoso abrazo.