¿Quién querría matar a Jorge Glas?

Glass se agranda y multiplica.
La señora llega en auto al Swissotel para un desayuno de trabajo con varios compañeros. Es temprano y estaciona sin problemas en Isabel la Católica. Un guardia le dice: -Señora no puede estacionar ahí. Por qué pregunta ella, viendo que lo puede hacer y está la cuadra casi vacía. –Viene el vicepresidente de la República a un desayuno, informa el guardia, y agrega que es un tema de seguridad. ¿Qué seguridad? pregunto yo. ¿Quién lo va a matar a Jorge Glas? Si ya está medio muerto políticamente.
Además, si alguien lo quisiera matar, con la irresponsabilidad del guardia al dar información reservada –por un tema de seguridad-, cualquier loquito que se enterara y quisiera, podría esperarlo. No para matarlo, pero quizá para agredirlo.
¿Qué gana Glas y su despliegue de seguridad con esta situación? El moderno y lujoso hotel de Quito, donde el jerarca desayunaba ayer miércoles 24, tiene espacio suficiente para estacionar sin molestar a la señora y sus compañeros que, ellos sí, fueron a trabajar.